Desde Turruquena
Hay en los altos de Turruquena, en Vélez-Blanco, un cortijo azul y blanco abierto a todos los puntos cardinales. Es el cortijo de “El amigo judío” y desde sus umbrales se contempla un dilatado horizonte hacia levante en cuyo paisaje se puede leer, como en libro abierto, el devenir de los tiempos. Desde el mismo pie de la colina sobre la que se asienta el cortijo, hasta muy cerca del Castillo de Xiquena, en la ondulante llanura destacan los olivos que se extienden también por los flancos de mediodía hasta el nuevo Vélez-Rubio y por el Norte, suavizando el verde intenso del olivar, se percibe el color más tamizado de almendros y pinares hasta las faldas de la Muela, de encrespadas cumbres. Es desde aquí la parte del paisaje más antiguo, no ha cambiado mucho desde, al menos, la época romana. Las acequias que riegan sus huertas provienen de las mismas cumbres rocosas de los dos Mahimones que las alimentan.
Sentado en la puerta del cortijo, el israelí David Fajardo venido hasta aquí para investigar los curiosos orígenes de su apellido, eleva poco a poco la mirada sobre la llanura hasta que se encuentra con las fuertes murallas y las orgullosas torres del Castillo de Xiquena y los pocos segundos que transcurren hasta el cambio de ángulo de su visión se transforman en siglos de historia ante la contundente estampa. El castillo engulle en su interior la torre de señales fronterizas nazarí, hasta que conquistado el cerro sobre el que se asienta por los lorquinos, al servicio de la ofensiva castellana sobre esta zona, edificaron en el siglo XV la imponente fortaleza roquera pero no pudieron pasar de ahí, la frontera del Reino de Granada por los Vélez se estabilizó sin mayores sobresaltos hasta finales de siglo. Sin embargo, aunque no sea necesario para contemplar las dos fortalezas que desde el lado granadino se oponían a Xiquena, David Fajardo se levanta y ve a su derecha, encrestando el formidable cerro del Castellón, una de ellas la Veliz-Alhamar arabizada, vigilando el valle que lleva a Granada y que después, asentados los pactos castellano-nazaritas, la población bajó hasta la llanura más apacible en la que ahora se asienta como Vélez-Rubio.
Para ver la otra fortaleza confrontada con Xiquena, más allá de la feraz vega, David vuelve la cabeza hacia poniente, se trata de Veliz-Albayad, actual Vélez-Blanco, donde se asentaron los marqueses de los Vélez, los poderosos Fajardo, el apellido común que David, aún no sabe por qué, comparte con ellos, aunque como buen investigador ha aprendido que en estas tierras, no siempre coinciden linaje y genealogía, por más que se confundan y que los Fajardo, de rancia estirpe gallega, vinieron a la frontera deseosos de fama, honor, territorio y riquezas y en ese camino, entrecruzaron también su sangre con la sangre judía y con estas meditaciones vuelve a sentarse dando la espalda a la puerta del cortijo. David Fajardo es el narrador de mi novela El amigo judío1 y los ejes de evocación y búsqueda de sus señas de identidad, abarcan tanto los archivos de Lorca como los caminos y paisajes que la surcan hasta aquí. Ah! de los investigadores que desprecian caminos y paisajes.
Es curioso, pienso, mientras recorro una vez más los alcores que coronan estas visiones, que este paraje ignorado, reúna tantos aspectos relacionados con mis obras, tanto audiovisuales como literarias. En el Castillo de Vélez-Blanco tiene su desenlace mi novela Rebelión de sangre, tragedia y muerte de Abén-Humeya2. Quizá no hubiera abordado la escritura de esta novela histórica si antes no participara, como guionista e investigador en la serie de televisión española Los Moriscos que ahora, pasados los tiempos de la copia material, están digitalizados en RTVE Play (sección antes conocida como Rtve a la carta) con ese mismo título. Hay sin embargo un error, o más bien carencia en ésta página web de tve, del que quiero advertir: los capítulos, seis en total, carecen de numeración, solo aparecen en el índice de tve los títulos y también fueron entregados numerados, como se puede comprobar al visionar cualquiera de ellos. Como responsable de la investigación y de los contenidos, del orden cronológico, títulos y numeración, me interesa aclarar este aspecto y por eso lo detallo a pie de página3, pues aunque sea en formato televisivo, estamos hablando de Historia y en esta disciplina, mantener el eje temporal es obligado, incluso en una charla divulgativa.
Hay sin embargo en el Castillo de Vélez-Blanco, una estructura ausente, se trata del fabuloso patio renacentista de mármol que fue vendido a un anticuario por los inicuos herederos que no lo fueron por genealogía sino por enrevesado linaje. Por eso me desplacé con las cámaras hasta el Museo Metropolitano de Nueva York, donde actualmente se encuentra instalado, dando origen al documental Orgulloso el viento hería4.
Concluida la Guerra de los moriscos en 1571 y deportados los del Reino de Granada por todas las zonas de España en las que no hubiera otras poblaciones moriscas asentadas, el II Marqués los Vélez, Don Luis Fajardo de la Cueva, que tanto papel tuviera en esta guerra, se resistía a expulsar a los de su marquesado, no sólo porque no se hubieran sublevado, sino porque valoraba su trabajo en el mantenimiento de la agricultura, sobre todo la de regadío y la ganadería pero al final tuvo que ceder a las presiones de la Corte y fueron deportados a tierras de Castilla. Fue uno de estos moriscos quien asistió a Fray Luis de León en su estancia en la cárcel de la Inquisición de Valladolid. Los pensamientos y la carta que dirigió a su amigo Francisco Salinas, el insigne músico, en su última noche de cautiverio, los recojo en mi primera obra literaria, Avisos de Cárcel, en forma de monólogo teatral5.
Pero no sólo he encontrado en estos altos de Turruquena la lectura histórica del paisaje, sino también la inspiración por otros signos que, ya exentos de la rotundidad del pasado, sólo son aquí y ahora sutiles símbolos perdidos: las líneas fronterizas. Me digo que el interés por situar fronteras, ensanchando nuevos territorios que dominar, ha sido y sigue siendo asunto de poderosos o de quienes pretenden serlo y desde esta atalaya, adopto la mirada ingenua y desinteresada del niño que observa en su torno el ascenso de humaredas que halan figuras revestidas con hábitos oscuros, tiznadas con señales en las que transmiten los ecos desmelenados de sus presuntuosas profecías y estas visiones y reflexiones alumbran la escritura de El niño nacionalista6. ¿Parodia, sátira, novela o miscelánea? Arrumbemos también las fronteras entre los géneros literarios. Desde aquí animo a que a este lugar acudan, rompiendo moldes, los amigos del Grupo Gabar, cruzando el ameno Pinar del Rey los pintores, grabadores, fotógrafos, restauradores de quimeras y constructores de símbolos.
Justo Pageo Ruzafa
1 El amigo judío @ Justo Pageo Ruzafa Amazon Create Space 2015
2 Rebelión de sangre, tragedia y muerte de Abén-Humeya Justo Pageo Ruzafa ALMUZARA 2019
3 Serie Los Moriscos Capítulos: I Andalusíes, Mudéjares y Moriscos II Los primeros moriscos III Sublevación, destierro y expulsión IV Los moriscos en Túnez V Los moriscos en el Sudán VI La República de Sale
4 Orgulloso el viento hería es un documental que aborda toda la historia del castillo, desde su edificación, traslado del patio a Nueva York y compra por la Junta de Andalucía. Producción Ayto V Blanco/Promico Imagen. Distribución Ayto V Blanco (DVD) y parcialmente en youtube y en la web de Promico Imagen.
5 Avisos de Cárcel Justo Pageo Ruzafa Editorial CÓRDUBA Colección Drao Sevilla 2006
6 El niño nacionalista @ Justo Pageo Ruzafa 2019 Amazon Fullfillment.